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Hay una historia “terrorífica” que circula por Internet: El agua con gas no es bueno para los dientes. Algunas variaciones de la historia, incluso la compararon con los refrescos.

Pues bien, al igual que con la mayoría de los titulares “terroríficos” como este, hay algunas advertencias. Y estos también disipan cualquier posible temor sobre el vino, al que también se menciona.

El agua con gas tiene un pH más bajo que el agua sin gas, que como todos recordamos de la clase de química, debe ser de 7.0 o neutral. El agua con gas tiene un valor de aproximadamente 5,5. ¿Por qué?, pues bien, las burbujas vienen con ácido carbónico, lo que reduce el pH (por debajo de 7,0 es más ácido). ¿Es tan catastrófico? Pues no, pero el autor de ese artículo donde se menciona que el agua con gas no es buena para los dientes, ha admitido beber más de 4 litros de agua con gas en un día, así que, sí, la acidez durante todo el día podría ser un poco destructiva si se repite diariamente. Los refrescos pueden tener un pH de 2,5 y se ha demostrado que son mucho más corrosivos que el agua con gas.

¿Qué pasa con el vino? Pues bien, a pesar de que el vino tiene un pH menor que el agua, no es una bebida que la mayoría de la gente beba en cantidades como, 4 litros diarios. Si alguien tiene en particular un buena noche en una cena, media botella de vino, contiene sólo 0.3 litros. Se debe combinar esta cantidad con alimento para crear un “efecto amortiguador”, y, sí, no es un gran problema para los dientes.

Pero lo que puede ser más difícil es la degustación de una gran cantidad de vinos de bajo pH, tales como Riesling o Champagnes. Estos vinos con alto contenido ácido puede tener un pH de 2,8-3,3. Probar estos vinos pueden ser más “duro” para los dientes y las encías que catas con vinos tintos tánicos, que tienen sus propios efectos secundarios como la decoloración de los dientes (Una sonrisa y un “hola, estoy en casa” después de una de tomar uno de estos vinos tintos, normalmente viene seguido de “¿tomaste vino tinto?”). Una solución sería un cepillado después de tomar vino, lo que parece obvio, ya que eliminaría la acumulación que podría proteger los dientes.

De todos modos, los bebedores pueden sentir algo de alivio si usan una buena pasta y un buen cepillo de dientes que es todo lo que se necesita al final del día para combatir incluso el régimen de degustación del Riesling más duro.

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