La madera siempre ha sido un protagonista más de la elaboración de vino. Tanto es así, que incluso antes de que aparecieran las botellas de vidrio, el vino era transportado y vendido en barriles de madera. Aunque con el paso del tiempo, la elaboración del vino se ha sofisticado, las barricas siguen jugando un papel fundamental.
El roble es la madera que más se utiliza para este proceso por todas las características que tiene y beneficia al vino. A grandes rasgos, podemos decir que según el tipo de madera podemos conseguir un aroma, dosificar la entrada de oxígeno y la fermentación.
El roble hace que la entrada de oxígeno sea lenta, lo que se puede traducir en un vino con sabor más suave. Además, genera el ambiente perfecto para las reacciones metabólicas necesarias, como la fermentación.
Las barricas de madera. Sus diferencias y la influencia en el sabor del vino
Podemos encontrar barricas de madera de diferentes tamaños y formas. Podemos afirmar que cuanto más pequeña es una barrica, más influencia tiene sobre el sabor del vino. Las más utilizadas es la de Burdeos, con una capacidad de 225 litros y la de Borgoña, con una capacidad de 300 libros.
Otra cosa que podemos destacar es el origen de la madera, esto aporta diferentes texturas y sabores al vino. Las dos procedencias más populares son las barricas francesas o las americanas.
Mientras que el roble francés es más sutil, el americano es más intenso. Esto se debe a que el roble francés tiene un grano más fino, por lo que los espacios de aire son más pequeños y esto impide que el vino penetre profundamente en el roble, lo que se traduce a un sabor suave y delicado.
El roble americano tiene un grano más grande, por lo que su vino queda con mayor sabor y taninos del roble.